La experiencia de ser madre (de cuatro hijos únicos)...

Hoy, a propósito del día de la madre, mis hijas, las Hermanas Bolena me han pedido que relate en pocas líneas lo que ha significado para mí el hecho de la maternidad. ¡Qué difícil resumir! 

Treinta y dos años conllevan tantas emociones, sentimientos, viviencias que tengo la impresión de que han ocupado toda mi vida. 

Vaya por delante que no me considero un ejemplo de nada ni de nadie y que escribo desde mi experiencia personal, que existen tantas madres como hijos y que cada hijo, como pongo en el título es único, por lo que con cada uno he tenido que actuar de manera diferente. Creo que cada uno nos merecemos que nos traten como seres únicos y no como una fotocopia de otro por mucho que ese otro sea tu hermano y ni siquiera que sea tu hermano gemelo. Comprenderéis por qué me cuesta tanto escribir en general y debería hablar de mi experiencia de madre con cada uno de mis cuatro hijos. Asimismo podría contaros mi experiencia en cada una de las etapas de su desarrollo. 

Qué duda cabe que desde el día que el predictor te señala que sí que estás embarazada, que albergas dentro de ti ese proyecto de hijo/a deseado (Ana) se produce en tu vida una transformación tan potente que realmente es un tsunami y todos los pensamientos e intereses van en la misma dirección: el bebé. El resto pasa a un segundo, tercero, cuarto plano. 

Esto unido a tu juventud y falta de experiencia, imprime carácter y marca un antes y un después. 

Pero luego viene el segundo (Margot) y unes a todo lo anterior que además vas a dar una hermana a tu hija mayor y es otra sensación diferente: ¿qué va a decir cuando la vea? ¿qué cara va a poner? ¿tendrá celos?. 

Cuando ya llega el tercero y cuarto realmente ya no encuentro palabras. Es indescriptible. Cuando te dicen que vienen dos y que pasas de dos a cuatro primero lo niegas, luego te asustas y a la media hora dices ¡qué suerte! 

No voy a negar que tuve que echar mano de toda clase de habilidades, recursos y estrategias pero sobre todo de grandísimas dosis de paciencia. Ser madre es una ESCUELA DE PACIENCIA. 

Claro que tuve, tuvimos, que renunciar a algunas cosas pero nada, nada me compensaba más. También tengo que decir que tuve la suerte de que económicamente y gracias al grandísimo esfuerzo del padre de las criaturas yo me pude dedicar en cuerpo y alma a ellos, a su educación: he sido (como tantas otras madres) madre, profesora, psicóloga, orientadora, economista, modista etc. No diré que no me costó trabajo pero me lo pusieron muy fácil. 

Alguna vez he de decir que he tocado fondo pero sólo me ha durado unos instantes. 

Para concluir os diré que mis cuatro hijos son lo más importante y valioso que me ha ocurrido en la vida y que tuve la suerte de poder estar a su lado día a día. 

Todo es susceptible de mejorar pero tengo la sensación de “Misión cumplida”. 

La Reina Madre.

¿Quién quiere leer el próximo capítulo?

Hermanas Bolena ... y no podemos terminar este post sin deciros que además hoy estamos de triple celebración en casa. Y es que además de ser el Día de la Reina Madre es el cumple de María B. y del Heredero!!!!! :)